Panorama de los impactos sobre la sostenibilidad: Sustancias químicas preocupantes

3 de febrero de 2021

La etiqueta ecológica EPEAT permite a los compradores cumplir los objetivos de sostenibilidad de su organización a través de sus decisiones de compra. Los productos disponibles a través de la EPEAT incluyen ordenadores, monitores, fotocopiadoras, teléfonos móviles, televisores y servidores. La EPEAT es sólo uno de los diversos recursos de compra sostenible que ofrece gratuitamente el Global Electronics Council (GEC).

¿Por qué las sustancias químicas preocupantes son un problema de sostenibilidad?

La preocupación por las sustancias químicas utilizadas en los productos electrónicos está relacionada con los posibles riesgos de exposición a lo largo del ciclo de vida del producto. Los metales pesados y las sustancias químicas peligrosas contenidas en los productos electrónicos no sólo suponen un riesgo para los trabajadores en el proceso de fabricación, sino que también pueden crear riesgos de exposición para los usuarios finales y los recicladores, así como la contaminación ambiental de nuestro aire, suelo y agua al final de su vida útil si no se eliminan adecuadamente.

Los trabajadores que participan en la fabricación de productos electrónicos pueden correr el riesgo de exponerse a sustancias químicas como el berilio, utilizado con frecuencia en los contactos de las baterías y los conectores electrónicos, que es un conocido carcinógeno cuyos humos y partículas en el aire suponen un cáncer de pulmón y otros riesgos para la salud. Tanto los trabajadores como los usuarios finales de productos electrónicos corren el riesgo de exponerse a retardantes de llama clorados y bromados, sustancias utilizadas para inhibir la propagación del fuego en productos de interior. Estas sustancias químicas son muy persistentes y bioacumulativas y no sólo se encuentran en los productos electrónicos, sino también en otros productos cotidianos. Pueden migrar fuera de los materiales de consumo y contaminar el polvo interior que se encuentra en nuestros hogares, coches y oficinas. La exposición puede provocar un deterioro del funcionamiento del cerebro y puede interferir en los sistemas hormonales.

Los recicladores corren el riesgo de exponerse al cadmio y al plomo, sustancias químicas que se utilizaban en los antiguos tubos de rayos catódicos (CRT) que se encuentran en los monitores de ordenadores y televisores, y que liberan gases tóxicos durante los procesos de incineración, trituración y fundición. Los tubos de rayos catódicos depositados en vertederos no gestionados pueden filtrar estas sustancias químicas al suelo y al agua, creando un riesgo de exposición tóxica para los seres humanos, los animales y las plantas. Del mismo modo, sustancias químicas como el cromo hexavalente, un inhibidor de la corrosión en las placas de circuitos, y el mercurio, pueden causar daños en los riñones y el hígado, así como una alteración del desarrollo del cerebro y el sistema nervioso. Por último, los plásticos fabricados con cloro y flúor liberan dioxinas y furanos cuando se queman como parte de la eliminación; y las sustancias químicas bioacumulativas pueden causar cáncer, problemas reproductivos y de desarrollo, y alterar el equilibrio hormonal.

Gracias a los avances en las especificaciones técnicas y a la concienciación medioambiental, se han creado y se siguen creando sustancias químicas alternativas para su uso en todo el ciclo de vida de los productos electrónicos. Ya no se fabrican televisores CRT, y el uso de diodos emisores de luz sin mercurio se ha convertido en la norma en la producción de pantallas planas. Gracias a normativas como la Directiva de Restricción de Sustancias Peligrosas (RoHS) de la Unión Europea, y al uso de la etiqueta ecológica EPEAT por parte de los compradores, la industria está identificando y aplicando alternativas más seguras a las sustancias químicas preocupantes.